Tras una época de precariedad y batallas, el bravo guerrero Arturo ha logrado instaurar la paz entre los reinos britanos, y todo parece apuntar a una felicidad perpetua: el trono de Mordred está a salvo, Ginebra lleva en sus entrañas al hijo de Arturo y Lancelot está a punto de casarse. Pero Arturo, con su arrogancia de sol dado, ha desdeñado la influencia de los caprichosos dioses paganos y de su aliado Merlín.