La cuestión de la iglesia doméstica plantea la mayoría de los interrogantes relativos a la vida de los primeros cristianos. Si las primeras comunidades cristianas se reunieron en las casas durante más de dos siglos, las mujeres debieron tener en ellas un papel relevante. El propósito de este libro es precisamente averiguar cuál fue el lugar de las mujeres en aquellas comunidades, constituyendo el primer estudio completo de sus funciones en la Iglesia primitiva. Una mirada dinámica a las mujeres en el contexto de las antiguas familias pone de relieve la importancia de la percepción social que se tiene de ellas. Esto necesariamente influye en la configuración de la vida pública y privada de las primeras cristianas. Las autoras de esta investigación abordan aspectos de la existencia diaria de las mujeres, incluyendo la vida de esposas, viudas, madres con niños y esclavas. Contemplan a las mujeres como patronas, líderes de las familias y maestras. De este modo emergen temas claves como la hospitalidad, el liderazgo, las prácticas en torno a la mesa y la extensión de la segregación femenina.