El progreso y bienestar de las sociedades que tenemos por desarrolladas se ha debido, en buena medida, a la sistemática transferencia de conocimiento desde los diversos ámbitos del saber a los sectores productivos, especialmente en la industria, la tecnología y los servicios. Curiosa y paradójicamente, el campo de las Ciencias de la Educación ha permanecido falto de análisis, cuando no bastante invisible, en tal dinámica histórica, pese a las cadenas de valor social, cultural y económico generadas en procesos de investigación, y también de innovación, dentro y fuera de las aulas, para beneficio cognitivo de personas y oportuna proyección de las comunidades. Lo que en este libro se pretende no es otra cosa que reivindicar, con razones de peso epistémico y de neto pragmatismo, la necesidad de entender la transferencia de conocimiento en educación como un asunto de acciones, que han de servir a la formación de profesionales capacitados para seguir aprendiendo y resolver problemas reales en sus entornos de vida.