Escribir una carta, o recibirla, es indicio de que todavía palpita un deseo consciente de preocuparse por los acontecimientos y de interesarse por las personas que tendrán que sobrevivirlos a nuestro mismo lado de la historia. Las cartas de Arendt a sus amigos son un intento de definir la amistad entre seres humanos capaces de reconocer y de asumir su parte de responsabilidad en la conformación de la historia. En este ensayo, Olga Amarís se adentra en la escritura de la Arendt más íntima, aquella que se muestra desde sus distintos prismas, como amante, como amiga, como confesora, como discípula para comprobar de qué forma su obra filosófica y política resultan inseparables de la vida que las concibió. De este modo, el género epistolar -entendido como aquel refugio en el que el pensamiento se exilia para poder encontrase con el otro- le permite a Amarís descubrir de qué modo la comunicación con los amigos condiciona y transforma el desarrollo de la obra arendtiana, constituyendo por otro lado, un auténtico ensayo de comprensión de la realidad de su tiempo.