A menudo el pasado deja cabos sueltos, asuntos por resolver, interrogantes que persiguen nuestro futuro. Esto es lo que le ocurre al protagonista de El final de todos los agostos, de Alfonso Casas. Justo antes de casarse, con el pretexto de un proyecto fotográfico sobre el paso del tiempo, Dani viaja al pueblo costero donde solía veranear durante su infancia. Un lugar que hace veinte años que no pisa y que, a medida que avanza la historia, va revelando la importancia que adquirió en su vida, porque allí descubrió, entre otras muchas cosas, el profundo significado de la amistad. El viaje físico, pero sobre todo interior, que emprende Dani para tratar de dar respuesta a esa martilleante pregunta: «¿Y si » se articula en una historia conmovedora, dotada de una ternura excepcional, que aviva en nosotros la nostalgia por todo aquello que dejamos atrás.