Los actuales riesgos políticos y ecológicos explican el clima de ansiedad en el que vivimos. Al subrayar la dinámica destructiva de la desesperación, Corine Pelluchon destapa esta paradoja: enfrentarse a la posibilidad de que nuestra civilización se hunda es la oportunidad de cambio que abre un horizonte de esperanza. Esto requiere en-tender que la esperanza nada tiene que ver con el optimismo, que oculta la gravedad de la situación, y también se distingue de la expectativa, que expresa el deseo de ver cumplidos los anhelos personales. A diferencia de la negación, la esperanza implica poner a prueba lo negativo. Ella es la travesía de lo imposible. Nacida sin que la hayamos buscado, y cuando hemos perdido todo el orgullo e ilusión, es la capacidad de descifrar en la realidad los signos de un progreso posible y de transmitir la energía necesaria para realizarlo.