Flash Gordon se cruza en sus viajes con pícaros de siete suelas que lo arrastran en la vorágine de su falta de escrúpulos y tienen el don de complicar lo sencillo y de poner en peligro lo que podría pasar completamente desapercibido. Regresan aquí Kozy y Skurvey, que han convertido el sistema solar en blanco de sus timos y pillerías. Y vuelven también los feriantes Robb y Bey dispuestos a aprovecharse de las capacidades intelectuales de Waldo, un robot humanoide creado a imagen y semejanza de su creador. También hay sitio para la aventura de corte más clásico: la catástrofe que ronda siempre un sistema solar que se niega, de momento, a dejarse someter por el hombre. La aventura en Mercurio, donde casi podemos ver un adelanto de lo que luego sería la histeria anti-mutante, se complementa con la historia más emotiva de este libro: Titanic II.