Tres perritas angelicales traídas del cielo, directamente a mis brazos. De colores mates, elegantes, forman el abanico de mi ilusión cuando las veo correr, comer, morder y, sobretodo, entender mi descascarillada habla que se quita el cascarón al llegar a ellas. Tres perritas que me hacen caminar, reír, bailar y, sobretodo, fregar. Friego aquí, río allá. Una historia que dibuja un bosquejo de sus vidas y de la mía esperando que usted, lector, le dé el toque final para que brille en su imaginación cuando nos lea.