No son los padres los que hacen a los hijos. ¡Todo lo contrario! Para Mandarina todo iba bien. Tenía una vida normal con altibajos, como todas. De repente sus padres decidieron separarse. Así que tuvieron que encontrar un equilibrio. Una semana con mamá, en la ciudad, de compras y viviendo una vida de ciudad, y una semana con papá, en el campo, disfrutando de la naturaleza. Si sumamos los esfuerzos de ambos por ser los mejores padres y la pérdida de orientación que esto le provoca, Mandarina tiene la impresión de no saber más quién es. El segundo tomo de una serie que intenta ser positiva en el enfoque del tema de la separación de los padres y que se pone en la piel de los jóvenes lectores que la han sufrido para que puedan vivir mejor la situación y comprender que no están solos.