Existe cierto consenso en considerar a Julio Camba (1884-1962) uno de los mejores periodistas españoles del siglo XX y, probablemente, el mejor corresponsal en el extranjero durante las primeras décadas de la pasada centuria. A pesar de esa certeza, su carácter huidizo y reservado nos ha impedido acceder a su intimidad, a ese ego perecedero que él mismo se esforzó en esconder, bajo la máscara de su archiconocido personaje. Al margen de los datos autobiográficos que aportan las breves memorias de su juventud argentina y de otros dispersos en los varios miles de artículos que publicó, carecemos de otros testimonios que nos ayuden a adentrarnos en su esquiva personalidad. Esta biografía reconstruye el itinerario de Camba a través de un relato ágil y fluido, pero excelentemente documentado, en el que Francisco Fuster ha abordado, de manera conjunta y equilibrada, la narración de la peripecia vital del protagonista y el análisis pormenorizado de su obra. En años convulsos, la virtuosa pluma de Camba emergió, por encima del resto, para convertirlo no en un simple articulista, sino en un excepcional cronista de su tiempo: un maestro del oficio que contribuyó a pintar, en negro sobre blanco, el verdadero retrato de su época.