La historia fue hasta mediados del siglo xx un instrumento para generar una conciencia ciudadana, por lo que no casualmente los libros de historia vinculaban los relatos conceptuales con los visuales. Esta relación varió cuando las narrativas historiográficas comenzaron a distanciarse del compromiso social y político por considerar que la Historia era una ciencia dotada de una metodología precisa y de un leguaje específico propio cuyo principal y único objetivo era entender el pasado. Este libro tiene como misión reflexionar sobre el poder y función que las imágenes han tenido en la Historia. A largo de sus páginas se explica cómo se fueron utilizando desde el siglo xvi y hasta el siglo xx las imágenes en las representaciones cartográficas, la emblemática, los retratos de los reyes, las fiestas, los dibujos de los viajeros, la pintura, la fotografía, los murales, el cine, los libros de historia y los textos escolares. En el siglo xxi los historiadores necesitan manejar nuevas imágenes que permitan construir narrativas historiográficas inclusivas y plurales para frenar la expansión de los discursos eurocéntricos, supremacistas, machistas y racistas que vemos expandirse peligrosamente por doquier.