En las diecisiete sílabas de un haiku el poeta versado es capaz de capturar el mágico destello de un instante, recrear el encanto evocador de un paisaje con apenas unos trazos y condensar la abrumadora sensación de impermanencia que en ocasiones impregna el corazón humano. Fidel Sendagorta se adentra en las sendas del haiku con la sencilla humildad que solo poseen los verdaderos maestros y nos ofrece un poemario que se articula en un diálogo sincero y profundo con la naturaleza, el paso del tiempo y la apreciación de la belleza. De estilo sencillo, natural, sutil y austero, el haiku se aleja de conceptos abstractos para centrarse en los detalles de lo sensible, dejando a un lado el ego del poeta para dar paso a la contemplación pura conocida como aware.