Un juicio tiene algo de puesta en escena. Incluso cabría decir que la disposición de la sala recuerda a un teatro, con un estrado a modo de escenario y un espacio con filas de asientos reservado para el público, que asistirá a un combate dialéctico entre dos relatos antagónicos. Tanto es así que la teatralidad de los juicios ha sido recuperada en numerosas ocasiones en el ámbito de la representación teatral y cinematográfica. Al tiempo que fiscales y abogados se entrenan reproduciendo casos pasados o ficticios. En este singular ensayo, con la sensibilidad intelectual que le caracteriza, José A. Sánchez indaga, desde diferentes ángulos, en la función política de la representación a partir de juicios históricos y de obras de diferentes cineastas y creadores escénicos, desde la antigua Atenas hasta la actualidad. Y nos propone una reflexión acerca de la vigencia de conceptos como «mal» y «verdad»;así como la manera en que se va transformando la relación entre creadores y públicos en el contexto de la cultura del espectáculo efímero.