¡Qué solos se quedan los muertos!, exclamó el poeta. ¿Solos y en silencio En este libro el autor, con sueños, palabras suyas antiguas, recuerdos, iluminaciones diurnas, trama un relato para que dos muertos queridos, un padre, un hermano, recobren por un momento sus actos, algún resto de la voz que tuvieron en vida, sus afectos, sus pequeñas o grandes pertenencias. El momento que con generosidad les dedique un lector, una lectora, alguien que para ellos no tuvo nombre, que nunca los conoció. En la lectura no hay soledad ni silencio, todo vuelve a hablar. Todo es contra el olvido. Como escribió otro poeta, Tomás Salvador González, «Vivos y muertos se juntan en el corro».