Realidad que vivió un profesor misionero y clérigo de determinada colectividad con presencia en todos los continentes. A su carisma personal solo le satisface estar entre los marginados y olvidados en lugares de difícil acceso por distancia y geografía. A su debido tiempo de servicio, solicita el indulto del colectivo para que se le exonere de los votos emitidos de pobreza, castidad y obediencia y así dar comienzo a una nueva vida bajo otro estado civil, libre de ataduras religiosas. Su aventura da comienzo calzando las sandalias del otro con los infortunios y satisfacciones que encuentra en su camino. Presencia escenas escalofriantes de abuso infantil mientras estaba en plena formación básica Secundaria, luego Superior filosófica y teológica, esencialmente exigidos en su preparación dentro de un semillero. En las visitas pastorales campesinas en Sudamérica, enfrentó a padres de familia practicantes de incesto, que dejaban embarazadas a sus propias hijas, denunciando los mencionados hechos. Nos narra, además, cómo rescató de la pobreza a una abuela inválida y a su bisnieta y cómo esta niña campesina, con ayuda de la caridad, escaló socialmente hasta encontrar un estatus entre las élites. Nuestro protagonista siguió trabajando y predicando para los más necesitados desde diferentes puestos, en medio de una injusticia visible y compleja.