¿Pueden las madres prescindir de los hombres en la crianza de sus hijos? ¿Qué futuro les espera a las nuevas generaciones de huérfanos de padres vivos? Desde la Revolución del 68, la evaporación de la figura paterna va en aumento. Privada cada vez más de su peso simbólico, parece remitirnos a una imagen obsoleta, cuando no perjudicial, para el desarrollo y crecimiento de los hijos... Un presumible estorbo para muchas madres que desacreditan la sensibilidad del padre al considerarla un código no apto para el nuevo milenio. ¿Una mutación antropológica? En las últimas décadas se ha producido un aumento de problemas sociales como la violencia doméstica, los abortos de adolescentes, la agresividad juvenil, el fracaso o abandono escolar... y un factor común parece anidar en el origen: la ausencia paterna. Se trata de niños y jóvenes huérfanos de padres vivos ausentes -física y emocionalmente- pero, sobre todo, simbólicamente. Una epidemia propia de sociedades que han encauzado de forma incorrecta la modernidad y que considera prescindibles a sus progenitores masculinos con efectos devastadores. Asistimos, así, a una regresión postpatriarcal que experimenta todo Occidente y pone en peligro nuestra civilización. Estas páginas se apoyan en teorías de científicos expertos en la materia que cuestionan el discurso hipermoderno según el cual, los hombres, son prescindibles de la educación y crianza de sus hijos. Pretende ser un sincero homenaje a los padres que ansían disfrutar de su función en plenitud, no según modelos patriarcales obsoletos sino adaptados a las nuevas exigencias sociales. Existe una masculinidad auténtica, plena y equilibrada que alimenta las facetas válidas del pasado y se enriquece con la sensibilidad, el afecto, la empatía y la expresividad emocional. ¿Podremos satisfacer el hambre de padre que tienen muchos hijos? ¿Comprenderán algunos sectores femeninos el beneficio de la figura del hombre?