Valencia acaba de inaugurar el siglo XX y acelera su transformación industrial, mercantil y urbana en su tránsito a gran ciudad. La ciudad de las vanidades explora la azarosa vida de los Llombart, una familia burguesa de la calle de la Paz encerrada, como otros linajes, en su particular enjambre acomodado y fascinante ajeno a la problemática de las clases inferiores. Una cuestión extensiva a la tensión social entre el mundo burgués y el campesinado, dos diferentes maneras de entender la vida. El principal protagonista es Daniel Llombart, dueño de una empresa sedera situada en la huerta de Patraix. Un tipo que, valiéndose de sus dotes seductoras, vulnera los respetables valores que predica descendiendo al inframundo de una Valencia sórdida y degradada de prostíbulos y tugurios, de proxenetas y extorsiones. La arrogancia de Daniel es neutralizada por la sensatez de su hijo Pablo, un joven de futuro prometedor que trabaja a las órdenes de Francisco Mora, figura emblemática de la arquitectura modernista valenciana. El relato evoca una ciudad que, deseosa de abandonar su corsé decimonónico,