Nuestra contemporánea sociedad del crecimiento avanza indudablemente hacia el colapso ecológico, sin proporcionarnos la felicidad que la modernidad prometía. Para Latouche, es necesario y urgente cambiar de forma de vida, ahorrar todo consumo innecesario, inventar una sociedad capaz de devolvernos la alegría y asegurar la supervivencia de nuestra especie. A esa sociedad Serge Latouche la denomina sociedad de abundancia frugal. La frugalidad evita todo consumo innecesario, implica una limitación voluntaria de las propias necesidades, pero no excluye, más bien alienta, los valores de la convivencia e incluso un cierto hedonismo en la práctica del arte del buen vivir. El arte de comer bien forma parte de este arte de vivir propugnado por el decrecimiento.