La experiencia de la soledad es tan universal como el hambre o la sed. Al afectarnos más íntimamente, somos menos propensos a hablar de ella. El miedo a la soledad causa angustia. Provoca acciones temerarias. La afirmación fundamental del cristianismo es la convicción de que no estamos irremediablemente solos. La condición cristiana despliega en el interior de la persona la certeza de que la fuente de todo es una realidad personal de comunión, no una abstracción metafísica. La Sagrada Escritura nos invita a recordar quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos. Este libro examina los diferentes aspectos de la memoria cristiana, complementando la exégesis bíblica con lecturas procedentes de la literatura. Pretende ser un ensayo de teología. Al mismo tiempo, propone una reflexión básica sobre lo que significa ser una persona humana.