Esta es una época de revueltas, pero ya no de revoluciones. ¿Ya no o aún no? Depende también seguramente de nuestras imágenes de lo que es una revolución. Hay mil prácticas cotidianas de transformación social, movimientos y luchas muy importantes, otras maneras de pensar lo político. Pero suceden a veces sin lenguajes y formas propias, bajo el umbral de algunas imágenes congeladas del pasado: la vanguardia consciente, organizada en Partido, al asalto del Palacio de Invierno. Ese desacople entre imágenes y prácticas, entre lenguajes y experiencias, es una de las razones del actual impasse de la política de emancipación: el capital conquista día a día nuevas capas del ser, barriendo las medidas puramente reactivas y defensivas. ¿Cómo se para? Tomar la iniciativa, una nueva ofensiva, pasa por afirmar otras imágenes de cambio, por reconcebir la revolución.