Anticipándose a las vanguardias artísticas del siglo XX e inaugurando la gran tradición surrealista que recorre el arte belga, James Ensor (1860-1949) pronto empezó a crear un reino de máscaras, del que será rey, descubriendo un país, provincia a provincia, con sus sitios pintorescos y sus lugares terribles, con sus parajes tristes y sus rincones locos, habitados por seres quiméricos, extraordinarios, grotescos, macabros.