Durante el verano una joven llega a una pequeña localidad llamada Selba a trabajar como becaria en el ayuntamiento. En el camino encuentra cien mil euros escondidos en el lavabo de una estación de servicio. Al llegar a Selba descubre que un concejal del consistorio ha aparecido muerto en su despacho, y no se sabe todavía si se trata de un suicido o un asesinato. Ella pronto sabrá que el dinero que encontró en la gasolinera pertenece al muerto. Esta premisa cercana al género negro es una especie de McGuffin, ya que muy pronto el relato de los protagonistas vira hacia otros temas como son las tensas relaciones de amistad y sobre todo familiares, en concreto paternofiliales, pues este asunto sobrevuela toda la obra y prácticamente a todos los personajes. El título Mapas hace referencia precisamente a la desubicación que sufren estos, desconcertados por las tragedias que les suceden, y también por su existencia sin metas, sin una dirección concreta. Así, coinciden en el leitmotiv según el cual cuando miramos un mapa creemos estar en el centro de éste, pero en realidad no hay ningún centro al que agarrarse, que prácticamente todos asumen en un momento u otro del texto. Prueba de ello son los protagonistas del texto: conoceremos a tres amigos muy diferentes entre sí, tal y como demuestran sus tensas relaciones, también algunas relaciones sexuales interesadas, como la de la protagonista, y además seguiremos cómo avanza el caso principal de la mano de un policía en horas bajas, perturbado por un hecho de su pasado que le ha acabado costando el rechazo social y el de su mujer y su hija. Otro de los temas principales que aparece en la obra es el papel del azar: cómo todo puede convertirse en tragedia en segundos, ya que a lo largo de las páginas asistiremos al asesinato por error de uno de los tres amigos, y finalmente a la explosión (anunciada veladamente) del bar central de la localidad de Selba, donde quedará truncado el plan de la protagonista de quedarse con el botín que encontró. La obra está estructurada en nueve capítulos, y en cada uno de ellos se da voz a alguno de los protagonistas de la obra, que se expresan mediante monólogos, narración en primera persona, narrador omnisciente, una epístola sui generis de modo que queden al descubierto algunas de sus contradicciones, para que sea el lector quien decida si creerlos, si juzgarlos, o no.