¿Cómo se conocieron? Muy sencillo. En plena noche, Morino fue a hacer pipí por la trampilla especial de su caravana. Pero, esta vez, el pipí de la infusión cayó sobre un esqueletillo enterrado debajo y lo despertó. Se llama Claudio, es de un color verde muy bonito, siente curiosidad por todas las cosas de la vida terrenal que había olvidado, y le coge mucho cariño a Morino, que acaba por encontrarlo un poco pesado. Sin embargo, cuanto más se lo quiere sacar de encima, más indispensable se vuelve Claudio. Con un esqueleto asombrado subido a la chepa, el joven toro deberá hacer acopio de paciencia, de pedagogía y también de valentía y de ingenio para afrontar la multitud de aventuras que les esperan. Claudio y Morino aprenderán a respetarse y a ayudarse mutuamente, transformando las ataduras en una increíble amistad. Los personajes desprenden humor y ternura, y Adrien Albert consigue crear una historia perfectamente creíble con un pipí maldito, un esqueleto enganchado a la infusión y ¡hasta mejillones que recitan a Baudelaire!