Su obra ofrece una visión punzante y desgarradora de la sociedad japonesa de posguerra y retrata la naturaleza del ser humano de un modo realista y fiel, sin ofrecer lecciones ni juicios morales. Sus personajes vagan confusos entre la desesperación, el aislamiento y los placeres fugaces que destellan de vez en cuando en las vidas de hombres y mujeres anónimos. Sin pretensiones estilísticas, pero con un trasfondo humano conmovedor, Tatsumi reduce su arte a una simplicidad esencial y demoledora gracias a un trazo aparentemente sencillo, pero inconfundible, que despliega toda su maestría en la expresividad de sus personajes y en los fondos de paisaje urbano.