El pastor camina en paz por su vida fácil y tranquila junto a su perro y sus ovejas. Aún no es capaz de ver las fuerzas invisibles que mueven los hilos de la sed de oro y ron. Todavía no puede intuir el pacto que lo llevará a lo más hondo de su ser y que lo hará enfrentarse a su propio reflejo, a su verdadero fondo.