Desde el humor y la osadía imaginativa y verbal aborda la gran paradoja existencial humana. Su razón le hace al hombre ser dueño e intérprete del mundo, pero ese supuesto dominio y arrogancia de poco le valen para comprenderse a sí mismo y para dirigir su vida libremente. Las cosas (la cuchara, la lavadora, los libros...) fruto de su inventiva y siempre a su servicio, serán los mudos testigos de su necesidad de decirse.