Con la sencillez necesaria y el acierto en la elección de cada poema, de cada verso, de cada palabra, Pere Martí consigue que sean todos los sentidos los que participen a la vez del carácter, de la sustancia de este pequeño pueblo de la província de Soria, Taroda, que en comunión sientan como el campo, las plantas, el paisaje y el paisanaje, cambian, evolucionan a la vez que lo hacen las estaciones.