Alcestes siente que no puede soportar ni un día más la hipocresía social que el género humano parece haber asumido como única forma posible de relacionarse. Así se lo comunica a su amigo Filinto. Lo único que le impide alejarse definitivamente y vivir en soledad es su amor por Celimena. Filinto se extraña de que su amigo haya elegido como objeto de su amor a una mujer famosa por comportarse siguiendo todos los parámetros sociales de los que él abomina y que le han llevado a decidir separarse del mundo. Un mundo que también enreda a Alcestes en casos judiciales que ponen de manifiesto la falsedad de la sociedad y las leyes que rigen la convivencia de los seres humanos. Alcestes lanza embestidas a su alrededor mientras espera impaciente a que Celimena le confirme su amor y se decida a acompañarlo en su retiro. La respuesta se convierte en la gota que colma el vaso de la impotencia de Alcestes.