Desde los monasterios de San Disibodo y de San Ruperto, en los montes germanos del siglo XII, la abadesa de Bingen, santa Hildegarda, se destaca como la más antigua de las doctoras de la Iglesia, y la primera gran teóloga. Su producción bibliográfica ha sido tan importante que se la ha comparado con la de santo Tomás de Aquino, figura descollante en el siglo siguiente.A través de estas páginas Azucena Fraboschi nos da a conocer el pensamiento de Hildegarda de Bingen en sus múltiples facetas, interrelaciones e implicancias que tuvo en su tiempo, señalando algunos aportes que de la persona y la obra de la abadesa se siguen para el hombre y el mundo de hoy.Reconocida por el papa Benedicto XVI como una de las grandes mujeres de la Edad Media que ha dado su valiosa y peculiar contribución al crecimiento espiritual de nuestras comunidades y de la Iglesia en nuestro tiempo, la abadesa de Bingen es proclamada, en octubre de 2012, la cuarta Doctora de la Iglesia, juntamente con santa Catalina de Siena, santa Teresa de Avila y santa Teresita del Niño Jesús.El 2 de marzo de 2006, en una conversación con los párrocos de Roma, el papa Benedicto XVI declaraba que las mujeres hacen mucho, me atrevería a decir, por el gobierno de la Iglesia, comenzando por las hermanas de los grandes padres de la Iglesia, como san Ambrosio, hasta las grandes mujeres de la Edad Media santa Hildegarda, santa Catalina de Siena, y después santa Teresa de Avila hasta llegar a la Madre Teresa.Y en la catequesis del miércoles 8 de septiembre de 2010 decía: Invoquemos siempre al Espíritu Santo, a fin de que suscite en la Iglesia mujeres santas y valientes, como santa Hildegarda de Bingen, que, valorizando los dones recibidos de Dios, den su valiosa y peculiar contribución al crecimiento espiritual de nuestras comunidades y de la Iglesia en nuestro tiempo. 10