La literatura de viajes ha conocido un reciente apogeo lector, editorial y crítico. No solo resulta difícil categorizar sus subtipos -consensuadamente reducidos a dos modelos principales: relatos o libros y novelas de viaje- sino que también estos pueden abordarse sobre la base de diversas aproximaciones críticas. La Imagología, desde su afán comparatista de sociedades y culturas, acoge con interés este tipo de producciones en las que el intercambio de miradas que surge en una situación de desplazamiento sirve para desvelar, orientar y profundizar en el desarrollo de las identidades implicadas.