La mayoría de los manuales universitarios de Historia siguen relegando a las mujeres a un lugar meramente testimonial. Esta carencia de los libros de texto hace que tanto el profesorado como el estudiantado carezcan de recursos para el estudio de la mitad de la humanidad, lo que no puede ofrecer otro resultado que una enseñanza y un aprendizaje sesgados en cuanto abiertamente masculinizados.