Estos primeros Tratados o Caminos -un libro que, aun escrito, puede estar sin escribir, a falta de, o en progreso, dado que el lenguaje aún existe y se interrumpe a sí mismo- nombre extraño para lo que es, sin otra cosa, una estricta llamada a las palabras desde us morta imposibilidad, nacen del anhelo por ese decir de lo indecible, en una espiral envuelta en medio del vacío, del blanco. Un camino que es, por sí mismo, acontecimiento, ansiedad feliz o acuciosa, tanto proyectada en las palaras como recibida de ellas, descubierta, de forma deliberada, en el uso del lenguaje y que atestigua una relación con el mundo en eterno, intenso cuestionamiento [...]