Miguel Veyrat ha escrito que, si se acepta una cierta actividad mística (en su poética), lo sería "desde un vuelo ignorante de toda promesa de felicidad que no tenga lugar sobre los altares de la tierra y del mar, en sus acantilados, sus volcanes, sus cielos, ríos y glaciares";y concluye poco después Miguel Veyrat: "Mística de la incertidumbre, condenada a no hallar alivio al filo de llama alguna". Así, que no conviene engañarse en este punto. En ese proceso no hay esperanza de eudemonismo o de salvación trascendente. Llegados aquí, la Esfinge ha vuelto a conceder su nada. El hombre que habita en el poeta ha succionado los jugos de la vida y celebrado eucarísticamente la comunión con el Otro, en el que se funden cuantos seres conforman el género humano. Ángel Luis Prieto de Paula