Si nos preocupa el futuro de la civilización occidental, todos debemos involucrarnos en la reconstrucción de nuestros pilares morales comunes. ¿Cómo podemos construir, o reconstruir, una cultura colectiva que sea capaz de respetar la diferencia y unirnos para trabajar por el bien común? La actitud de aprendizaje permanente y la importancia de la vida familiar y comunitaria, así como una cultura de argumentación positiva en lugar de conflicto destructivo son factores determinantes para esa reconstrucción. Así, descubriremos verdades que son transformadoras, aunque sean un tanto paradójicas: una nación es fuerte cuando atiende a los débiles, una nación se hace rica si se preocupa por los pobres. He aquí una visión inspiradora de un mundo en el que hay sitio para todos y que permite afrontar el futuro sin temor.