En las últimas décadas han proliferado las memorias del exilio republicano español. Primero hablaron los hombres, los combatientes. Sus testimonios, en general, resaltan los aspectos políticos, de combate, de militancia. Conocimos la existencia de los campos de concentración en los que fueron recluidos al pasar la frontera francesa, Argelès, Bram, Rivesaltes, Septfondsà Las mujeres han iniciado mucho más tarde esa labor memorialista y en una proporción muy inferior a la de los varones. A pesar de que ellas también se vieron envueltas en la vorágine del exilio, solas, con hijos pequeños, embarazadas, enfermas, sin conocer la lengua y en muchas ocasiones analfabetas. En sus escritos resaltan aquellos aspectos vinculados directamente con la supervivencia, la protección de los niños, lo personal, lo cotidiano, y el apoyo que entre ellas se pueden proporcionar para conseguir una cierta tranquilidad, ayuda y seguridad. Aunque también fueron internadas en campos de concentración en Francia, los nombres de estos lugares se desconocen. Noirlac o Châteaufer no aparecen en los libros, no tienen una localización geográ