A veces parece que el tiempo camina de puntillas para no alterar la vida. Ocurre que nada ocurre y, sin embargo, la historia ha escrito su capítulo. En un juego magistral de composición narrativa, los personajes miran el transcurrir de los acontecimientos con la perspectiva que dan los años ya pasados. La ciudad de Cádiz es el escenario de un olvido. El violín abandonado por un niño en el cuarto de un hotel mantendrá unidos a los que se alejan de la dársena y a los que quedan en tierra. La ciudad es el puerto de partida de un barco cargado con la crónica atroz de la ignominia, el testigo mudo y luminoso de un tiempo veloz que se desenvuelve y se resuelve en este relato pausado.