Agitando despacio sus alas, sin levantar apenas viento, llega tranquilo y en silencio, el Señor Abeja a su hogar. Al final de la jornada, tan solo quiere descansar. CRI, CRICRI, CRICRICRI ¡No puede ser! De lunes a domingo, en las páginas de este libro, el Señor Abeja no logra dormir por culpa de un imperceptible CRI. ¿Quién será el extraño vecino que emite ese ruido?