Rosa Luxemburgo inicia en cierto modo la estirpe de disidentes políticos del siglo XX, pues abre el camino que siguen más tarde Serge, Koestler, Orwell y Camus, entre otros. «La libertad [...] es siempre y exclusivamente libertad para quien piensa de manera distinta», escribió en 1918, reflexionando sobre la deriva totalitaria de la Revolución rusa mientras ella y su compañero de partido, Karl Liebknecht, se hallaban encarcelados por el gobierno alemán por oponerse a la guerra que desgarraba Europa. Aquí ofrecemos al lector las cartas que dirigió por entonces a su amiga Sophie Liebknecht, la mujer de Karl. Los textos, prologados por otro ilustre disidente, Christopher Hitchens, nos muestran la faceta más personal de una de las grandes figuras de la teoría política del pasado siglo.