«El título nos adentra en un universo íntimo, personalísimo, en el que el poeta se desnuda de todo ropaje externo, de toda máscara que vele su rostro y le emboce al mundo. Son poemas desgarrados, de un profundo lirismo, casi dolorosos, escritos en una suerte de introspección y búsqueda de la propia identidad, del yo irrenunciable con el que el autor se sienta a conversar cara a cara frente al papel en blanco. Entre sus versos descubrimos al hombre compro-metido, veraz, de una pieza, que lucha entre la ausencia de Dios y Su presencia presentida y cierta, entre la realidad y el deseo. Desde el aire a la luz, desde la profundidad de la sed a la consumación de los esteros, nada de lo humano le es ajeno, nada escapa a su visión y a su trabajo. Juan José Alcolea es poeta de intuición y de solvencia. Su voz descansa en la quietud, en el regalo como símbolo para alcanzar el silencio y fluir desde ahí descalzo, emancipado». (Ana Garrido, fragmento del prólogo)