Merckx era una máquina. No solo por el número de victorias (445);su leyenda se forjó por su despiadado dominio. No se limitaba a vencer a sus contrincantes, los aplastaba. Pero sus triunfos solo narran la mitad de una historia que incluye graves lesiones, problemas de dopaje y tragedia. Apodado «el Caníbal» por su insaciable apetito de victorias, el mote no hacía justicia a un hombre apuesto, sensible y sorprendentemente ansioso. El escritor británico especializado en ciclismo William Fotheringham habló con coetáneos de Merckx y aquellas personas que mejor le conocen para descubrir qué es lo que hizo que fuera invencible.