Nuestro comportamiento habitual se halla inmerso en infinidad de flujos económicos que precisan de nosotros para existir. Hasta la más sencilla de nuestras conductas puede servir de ejemplo: redacto estas líneas, pero, al mismo tiempo, consumo la energía necesaria para iluminar la estancia, utilizo un ordenador que consta de múltiples componentes, lo realizo habitando un inmueble, utilizando un mobiliario, vistiendo diversas prendas de abrigo, acompañado de diferentes instrumentos o herramientas. A pesar de que es mi comportamiento el que genera los beneficios económicos de esos flujos, no soy yo quien participa de manera directa en la percepción de los beneficios. Y debería tener derecho a ello. La teoría tradicional de los derechos subjetivos y las relaciones jurídicas no es capaz de lograr tal objetivo;es por eso que este libro contiene una propuesta técnico-jurídica adecuada. Se trata del régimen jurídico de los derechos etológicos, es decir el régimen jurídico de todos aquellos derechos que no surgen de nuestra voluntad sino, de nuestra simple conducta o comportamiento.