Este poemario es una defensa de los días tristes, una reivindicación del duelo como forma de avanzar hacia un lugar mejor, siendo conscientes siempre de que todo pasa: lo bueno y también lo malo. Un desamor, un amante perdido, la ruptura de una pareja, la muerte de un ser querido... El estilo directo de Carmina Prieto hace que la identicación del lector sea inmediata y este haga suyos sus poemas, se sienta legitimado a dolerse. Así mismo, a lo largo del libro se encuentra también el consuelo de un duelo acompañado.