La poesía de Fernando Riva (Perú, 1979) se instala en el borde del precipicio en una búsqueda de lo sublime que toma plena conciencia de la muerte. Su sentido trágico, lejos de acabar en una melancolía enfermiza, es una afirmación de la vida en su sentido místico. Con un preciosismo formal cada día más extraño, Riva nos enfrenta a las grandes preguntas del alma durante una extensión de la gracia que sólo el amor puede conceder a los sufrientes.