Año 180 a. C.Tiberio Sempronio Graco acaba de ser nombrado pretor de la Hispania Citerior. El gobernante romano viaja hasta Tarraco al frente de su ejército con una idea obsesiva: la conquista a sangre y fuego de la Celtiberia. Además, cuenta con una valiosa baza para iniciar su campaña en Hispania: un ilustre prisionero, Magilo, líder indiscutible de la tribu de los belos.El celtíbero es un importante caudillo al que el pretor pretende utilizar para rendir por la vía rápida las fortalezas enemigas más poderosas. Pero pronto se dará cuenta de que el chantaje no es un método que funcione entre las tribus de la meseta.La resistencia de las ciudades hispanas resultará tenaz, encarnizada, heroica, pero sin visos de que ese empuje vaya a resultar efectivo a corto plazo. Más bien al contrario. Porque, tras pacificar la Carpetania, Graco está en disposición de alcanzar el corazón de la Celtiberia. Y, sin embargo, algo va a hacer cambiar el rumbo de los acontecimientos.Magilo ha logrado escapar y regresa a Sekaisa, su ciudad natal, con el convencimiento de que el trono, las riquezas, sus antiguos guerreros e incluso