He leído los microrrelatos de Ángeles Mora Álvarez con la certeza de pertenecer a una misma familia: la de los lectores insomnes y desvelados de Poe, Maupassant, Le Fanu, Stoker, Saki, Lovecraft, Derleth, Bloch, Matheson y King. Las conjugaciones que dividen Desaparecer y otros verbos inesperados atesoran historias redondas y siniestras como perlas negras. Pienso en algunos de sus microrrelatos maravillosos que he releído varias veces como quien maldice o se recrea en la blasfemia. Hace veinte años los únicos microrrelatos de terror disponibles en español eran los compilados por Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo en aquella célebre Antología de la literatura fantástica (1940). Sin embargo, al romper el siglo XXI el microrrelato de terror en lengua española ha crecido exponencialmente. Ángeles Mora Álvarez se suma a esta inquietante familia con Desaparecer y otros verbos inesperados, un libro capaz de morder en cada página. Lo recibo como si fuera mi balberita compartiendo sus primeras víctimas. Y lo celebro entusiasmado, como debe ser entre hermanos de sangre. Fernando Iwasaki