Este precario, humilde y quizás incongruente libro, hará pensar a muchos, cuál es el concepto de Dios para m¡ y no es distinto, simplemente Dios es algo grandioso. Aquella tarde de hace mucho tiempo para m¡ ´Dios´ era una palabra sagrada, se torno diferente los que juntos estuvimos y compartimos esa tarde tristezas y alegr¡as, fuimos felices en aquel mar de miseria. Nadie puede juzgarme ni juzgarlos, ellos, mis dioses a su modo fueron felices. El Olimpo está destinado para los grandes, los que en un d¡a nos sentimos dioses por una tarde, todos partieron. El lugar aquel era su destino, según nosotros, nadie que no compartiese con nosotros podr¡a ser un Dios. Cada cual su pena, su historia, su destino y su cruz. Dicen que la sobriedad no da alegr¡a, al menos tranquilidad. Un minuto de silencio o una carcajada para los que aquella lejana tarde nos cre¡mos dioses. Al menos para los que ya partieron.