Sí, pero no unos padres cualesquiera, de ser así, el remedio podría ser peor que la enfermedad. Este adolescente necesita un padre y una madre que le amen como lo amáis vosotros, que le comprendan como lo hacéis vosotros, que estén dispuestos a ayudarle como lo estáis vosotros, que tengan claras las pautas a seguir como las tenéis vosotros, pero, que a su vez, puedan ejercer de padres por encima de su particular experiencia personal, que no conviertan a su hijo en víctima de sus carencias, represiones, temores, inseguridades, dependencias y demás secuelas emocionales negativas. En definitiva, un padre y una madre que rocen la excelencia a partir de una renovación interior gracias a la aportación que sus hijos han realizado en su vida. 10