Los visigodos fueron un pueblo maldito que sucumbió y desapareció por la ambición desmedida y las luchas por el poder. Los reyes sucumbían bajo horrendos asesinatos, fratricidios y parricidios. Los leales servidores del rey no dudaban en traicionarlo con tal de reinar, pero estos a su vez eran asesinados de la misma manera, mientras la corrupción se extendía por doquier. El debilitado reino visigodo era una presa fácil para cualquier pueblo invasor y los musulmanes en el Norte de África esperaban agazapados la ocasión propicia. Cuando los hijos de Witiza, en su ambición por destronar a Rodrigo, pidieron ayuda a Muza, este, tras derrotar a Rodrigo en la Batalla de Guadalete, lejos de retirarse, emprendió la invasión de la Península, sometiendo rápidamente a todos sus habitantes y aniquilando de tal manera al reino visigodo que apenas queda rastro de su existencia.