Como en algunos de sus poemarios anteriores, Juan Lamillar continúa su indagación particular sobre diversos aspectos de la realidad contemplados desde la temporalidad. En Ley de fugas unos poemas sobre la fugacidad del tiempo abren un círculo que se cierra con otros dedicados a la muerte. El libro se divide en tres secciones temáticas centrales donde se advierte la pasión del autor por la cultura, ya que se adentran en la música y la pintura como valedores felices que nos acompañan (y nos salvan) en este viaje inexorable de la vida. Un intermezzo de carácter filosófico añade cierta visión irónica al conjunto, que intenta eludir una visión trágica de la existencia. Por tanto, no es casual que la última palabra que cierra el volumen sea «luz», efímero antídoto contra las sombras.