Mi padre no se ha muerto, a mi padre lo han matao. Julian Albareda atraviesa Sevilla sediento de venganza. Según él, los Verdugo se encargaron de quitarle el barrio y, ahora, la vida a su padre. Desde Triana a Los Bermejales, Julián recorre una ciudad vendida al turismo, muy diferente a cuando su viejo dirigía el cotarro. Su madre y su hermana huyeron hace tiempo de casa pero eso no le importó lo más mínimo. El respeto y adoración por su padre le han cegado desde pequeño. Piedad y Mariluz, sin embargo, no pueden pasar página, tienen que enfrentar los temores del pasado sin esperanzas de que nada, y mucho menos Julián, cambie.